domingo, 4 de julio de 2010

Y ese toro enamoraooooo…

Hace ya algunos años me tocó investigar algunas cosas sobre el arte asirio, y comenzando la investigación más confundido que animado, me di a la tarea de clavarme en la summa artis y en cuanta enciclopedia de arte encontrara. Curiosamente, como bálsamo a mi escepticismo crónico, me topé con unas ‘cosas’ que desde entonces me han fascinado: los iamassu (o lamassu, como algunos los llaman).

Estos iamassu son los míticos toros alados que custodiaban la entrada del palacio de Khorsabad. Ustedes se preguntarán ¿qué puede tener de genial un toro con alas? intentaré dar respuesta en las líneas siguientes…

Comencemos con un fragmento en donde el rey Senaquerib narra lo difícil que fue trasladar a estos colosos hasta su palacio: "Grandes toros con alas, de piedra blanca, labré en la ciudad de Tastiate, al otro lado del Tigris, para las grandes puertas, y corté grandes árboles de los vecinos bosques para hacer los carros o armadías que debían conducirlos... Era en el mes del Ishtar, en la primavera, y la inundacion hacía difícil el transporte; las gentes de la escuadra que conducía los toros alados desesperaban ya de llegar a buen término, Con esfuerzo y no pocas dificultades, fueron llevados a las puertas del palacio. "

El rey Aserhaddon (quien por cierto llama a las estatuas Shedi y Lamassi) nos revela en cambio la función que tenían estas singulares estatuas. "La siguiente descripcion de algunas de estas famosas esculturas formaban parte de una inscripcion del rey Aserhaddon. 'El Shedi y Lamassi son propicios, son los guardias de mi paseo real y alegran mi corazón; siempre cuidaran del palacio y nunca abandonarán sus murallas... Hice que las puertas fueran hechas de ciprés, que tiene buen aroma, y las hice adornar con oro y plata, y las hice fijar al portal. A derecha e izquierda de estos portales hice poner a Shedi y Lamassi en piedra. Estan colocados allí para repeler a los malvados" De lo anterior podemos deducir que las estatuas jugaban un rol de ‘protectoras’.

Sin duda, el visitante queda sorprendido con el tamaño de los iamassu porque esto era parte del objetivo de su construcción; sin embargo, su función ‘protectora’ también estaba prevista para repeler a los malos espíritus. "Junto a sus puertas montan guardia silenciosamente unos enormes toros tallados en piedra con cabeza humana y alados. Son imágenes sagradas de los dioses y no dejaran pasar al espíritu malvado."

Cada elemento de los iamassu tiene un significado particular, por ejemplo, las alas del águila, las patas de león, el cuerpo de toro y la cabeza humana, representan en su mayoría, símbolos referentes a la fortaleza, a la inteligencia y la fecundidad –entre otros- que los asirios quisieron sintetizar en estas figuras. Para arroja más luz sobre el tema atendamos a la siguiente cita: "… es evidente que el toro alado asirio es la última evolución del toro mesopotámico. En Sumer, el toro era el animal asociado a Sin, el dios lunar, porque ahí, como en todos los pueblos primitivos, se creía que los rayos del astro nocturno, atravesando las capas del terreno, producían la germinación de las semillas plantadas en el campo. Una vez salido el tallo del suelo, los rayos del Sol, el astro diurno, lo cuidaban como la nodriza al infante, pero la fuerza germinadora estaba en los rayos lunares. Así el toro de Sin, el animal más fuerte, el más masculino de todos los animales salvajes del delta, fue considerado como símbolo del principio germinador por los primitivos sumerios. Se le agregó fisonomía humana barbuda para asociarle inteligencia; se le añadieron alas porque, en los primeros dias del delta, el único fruto, o casi el único, era el dátil de la palmera. Los cereales no empezaron a cultivarse hasta el año 2000 antes de nuestra era. El dátil sirve todavía a los beduinos para hacer pan y fabricar bebidas fermentadas. Siendo las palmeras de diferente sexo, al principio el polen de la palmera macho se llevaba a la palmera hembra principalmente por los pájaros, buitres, águilas y halcones, que, al posarse sobre las palmeras en flor, se cubrían de polen el plumaje y después, despolvoreándose, salpicaban las flores hembras. Debió de observarse, hacia el cuarto milenio antes de nuestra era, que años de abundancia de buitres o águilas correspondían a fuertes cosechas de dátiles, y se consideraron las águilas como agentes del principio procreador. Por este motivo a los toros antropocéfalos se les agregaron alas... Mas tarde se añadió el cuarto elemento para formar el tetramorfos, o sea las garras de Ieón. La diosa de la guerra y del amor, en Sumer lo mismo que en Asiria, era Ishtar, y esta divinidad tenia por animal favorito el león.”

Al remitirnos nuevamente al aspecto 'protector' de estos toros, veremos que sus cualidades -la fortaleza del toro, la inteligencia del hombre, las garras de un león y la capacidad planeadora del águila- serían la envidia de las agencias de guardaespaldas, porque en efecto, el iamassu era el guerrero perfecto a los ojos de la cultura asiria.

Pero hay algo más, y esto es lo que me causa mayor fascinación… se dice, se rumora, cuentan las habladurías heideggerianas que los iamassu todavía se dejan ver en las iglesias, escondidos en algún rincón, esperando ser vistos por un par de ojos atentos.









No hay comentarios: